Festival de Viña en clave anglo: 10 artistas internacionales que se presentaron en el festival

¡Ya viene el Festival de Viña! Y en la famosa noche de artistas anglo estarán nada menos que The Cult e Incubus. Esta última es una de mis bandas favoritas y, además, la que más veces he visto en vivo (si no contamos a las chilenas, claro).

Mi historia con Incubus viene de lejos. La primera vez que los vi fue en su debut en Chile allá por 2007, cuando tocaron en el entonces llamado Arena Santiago (hoy Movistar Arena). Fue una experiencia increíble porque, además, era la primera vez que podía ver a una banda internacional que seguía desde hace tiempo. Luego, me los volví a encontrar en el festival Maquinaria en 2015, el primer gran festival que se hizo en Chile. Incubus fue cabeza de cartel junto a Linkin Park, Queens of the Stone Age y Pixies (¡ya quisiera Lollapalooza un lineup así hoy en día!).

Así que, para empezar a calentar motores y entrar en modo festival, me animé a hacer una revisión de  10 (sí, siempre son 10) shows anglos  importantes, en la historia del Festival de Viña. Estos no estan puestos en ningún orden especifico (esto no es un top, sorry).

Por cierto, para los más curiosos o nostálgicos, les cuento que me he visto todos los shows de la lista (sí, todos) y la buena noticia es que están disponibles en YouTube. Así que, si quieren revivir alguno o descubrir esos momentos que marcaron historia, pueden buscarlos ahí. Les aseguro que hay joyitas que vale la pena ver, desde presentaciones icónicas hasta otras que, bueno, mejor juzguen ustedes mismos.

Para darle un toque extra, al final agregaré  una tabla con todos los shows anglos de la historia del “supuesto festival latino más grande del mundo”. Revísenla y cuéntenme en los comentarios si alguno les trae algún recuerdo especial.

Y si todo sale bien, más adelante me encantaría hacer el mismo ejercicio, pero con shows de artistas chilenos (spoiler: estuve en el mejor, jaja). Pero bueno, por ahora vamos con este post, que ya está quedando larguísimo (¡qué intro más eterna!). Así que… ¡empezamos!

El viernes 20 de febrero, la banda estadounidense Toto se presentó en la Quinta Vergara como encargados de abrir la tercera noche del Festival de Viña del Mar. Su actuación, llena de virtuosismo, cumplió con las expectativas que uno tiene de un grupo que marcó los 80 con su calidad técnica y su capacidad para adaptarse a distintos estilos musicales.

Han pasado 21 años desde aquel show, que formaba parte de su gira de aniversario por sus 25 años de carrera, y todavía se recuerda por eso: la impecable ejecución que hacía que pareciera música envasada. Con mis amigos de esa época (y también en años posteriores), siempre comentábamos lo perfecto que fue ese espectáculo. Ahora que lo vuelvo a ver, me sorprendió lo bien que trabajaban las armonías vocales. 

El espectáculo duró alrededor de una hora, y aunque ya a los 40 minutos solo habían tocado uno de sus grandes éxitos ("Africa"), todo marchaba bien… hasta que llegaron las interrupciones de los animadores. Entiendo que esto es un show de televisión y no un concierto, pero esas intervenciones deberían quedar en el pasado. Rompen completamente el ritmo del espectáculo.

Después de esa pausa incómoda, llegó el encore, o bis (como prefieras llamarlo), algo que en Viña no es más  habitual que en los grandes conciertos. Cerraron con los clásicos "Rosanna" y "Hold the Line", para luego recibir el infaltable premio de Viña. Finalmente, se despidieron con "Home of the Brave", dejando al público pidiendo más.

En resumen, el show de Toto fue exactamente lo que se espera de una banda de su nivel: calidad y virtuosismo en todas sus líneas. Un espectáculo que, a pesar de las interrupciones, queda en el recuerdo como uno de los momentos anglo destacados del festival. 

Con solo 45 minutos de show, Donna dejó a todos impresionados. Yo era muy pequeño en esa época y, para ser honesto, no había visto este espectáculo hasta ahora. Pero te puedo decir algo: no necesitas ser un experto en música ni fanático de la música disco para disfrutarlo. Te aseguro que reconocerás más canciones de las que crees.

Lo que más destaca de su presentación (y créeme, no es fácil elegir) es la cantidad de éxitos que va soltando, uno tras otro. Parece increíble que hayan pasado tantos años y sus canciones sigan tan vigentes. Eso sí, hay que recordar que Donna no llegó a Viña en su peak, porque el apogeo de la música disco fue en los 70. Aun así, la calidad y el carisma de esta estrella mundial se robaron la noche.

Casi al minuto 37 del video (porque lamentablemente no hay un registro completo como se merece), después de interpretar su clásico "Last Dance", los animadores le entregan el reconocimiento especial. Y para cerrar su presentación, Donna nos regaló "Could It Be Magic", dejando a todos con ganas de más.

En total, fueron 9 canciones que resumen el legado de una de las artistas más grandes que han pasado por el escenario de Viña. Si no has visto este show, te lo recomiendo: 45 minutos con la reina de la música disco que no vas a olvidar.

Llegamos al show más reciente de esta lista. El 2023 marcó el regreso del festival después de tres años de ausencia, ya que las ediciones 2021 y 2022 fueron canceladas debido a la pandemia. Había grandes expectativas para este regreso, pero, lamentablemente, esta edición es considerada por muchos como la peor de su historia. Con una parrilla artística de bajo nivel, cancelaciones de último minuto y fallas técnicas, la verdad es que no dejó mucho para recordar… salvo la noche del jueves 23 de febrero.

Esa noche, la cantante estadounidense Christina Aguilera, quien fuera furor en los años 2000, se presentó en la Quinta Vergara con un espectáculo que parecía de otro festival. A pesar de esto, y aunque no soy quien para criticar su talento vocal (no canto ni en la ducha), creo que, en comparación con los shows que hemos revisado antes, este es uno de los más flojos. Por un lado, en ciertos momentos se le notaba la falta de aire para alcanzar algunas notas, y, por otro, había descoordinaciones entre los bailarines que, si las viéramos en artistas más actuales, serían motivo de fuertes críticas.

A pesar de esto, no se puede negar que el espectáculo en sí estuvo muy por encima de lo que solemos ver en el festival. Aguilera presentó un show de nivel internacional, pero también vino con exigencias poco comunes para un evento televisado como este. Entre ellas, pidió que no se entregaran premios durante su presentación, algo que la producción terminó negociando para que sí se realizara. Otra solicitud peculiar fue que no quería ser presentada por los animadores del evento. Finalmente, se logró un acuerdo en el que los animadores la introdujeron desde el medio del público, lo cual resultó, por decir lo menos, extraño.

El show duró una hora y 15 minutos, incluyendo las típicas pausas de televisión. Aguilera ofreció un recorrido por sus grandes éxitos de los 2000, mostró su faceta en español (y lo hizo muy bien, hay que decirlo) y presentó algunos de sus temas más recientes (por decirlo de alguna manera). Es cierto que no se encuentra en su mejor momento, pero sigue siendo una de esas artistas de nivel mundial que recordaremos por muchos años.

En resumen, Christina Aguilera fue la gran luz de una edición que quedará marcada como la peor del festival. Su espectáculo estuvo lejos de ser perfecto, pero en un contexto tan pobre, logró destacar y dejarnos un momento memorable dentro de lo que fue un año difícil para el evento.

No son muchas las veces en que el artista anglo del momento pisa el escenario de la Quinta Vergara. Eso suele quedar mejor para otros festivales, como el ya mencionado Lollapalooza. Sin embargo, Nelly Furtado estuvo bastante cerca de lograrlo, y por eso se gana un lugar en esta lista. Si bien no vino en el punto más alto de su fama, su visita ocurrió poco después de lanzar uno de sus trabajos más importantes: "Loose" (2006), un disco en el que combina canciones en inglés y español, lo que le daba un pequeño plus para conectar con el público masivo de Viña.

La noche del sábado 23 de febrero, la canadiense fue la encargada de abrir los fuegos en la Quinta Vergara. Con poco más de una hora y diez minutos de show, llenó la jornada de éxitos, alternando entre canciones en inglés y español. Sin embargo, hay que ser sinceros: aunque todas sus interacciones con el público fueron en español, al momento de cantar en nuestro idioma se le notaba algo incómoda. No logró brillar en este aspecto como sí lo hizo Christina Aguilera en 2023. Y aunque esto no fue impedimento para que la gente coreara sus canciones, creo que, para temas que tienen versión original en inglés, siempre es mejor quedarse con esa versión, a menos que la adaptación al español sea realmente destacable.

De todas formas, esa fue otra de esas noches para archivar, aunque parece ser una de las más olvidadas por la gente con el paso del tiempo. Nelly Furtado, la intérprete de "I’m Like a Bird", quien alcanzó la fama en 2000 y se consagró definitivamente en 2006, dejó un recuerdo importante: el de ser una de las artistas anglo que pisó la Quinta Vergara en uno de los mejores momentos de su carrera.

El Festival de Viña del 2000 es recordado por muchas cosas: el final de la icónica concha acústica para dar paso al nuevo anfiteatro, el regreso de Coco Legrand, la famosa falla técnica en el playback de A-Teens (ese grupo tributo a ABBA) y, por supuesto, el inolvidable “Bolocazo”. Pero entre todo eso, también nos regaló un cierre de lujo con una banda que marcó la historia del rock pop británico: Duran Duran.

El lunes 21 de febrero se cerró el primer festival del nuevo milenio, y qué manera de hacerlo. Con un setlist de 12 canciones y 50 minutos de show (según el registro en video que tenemos; en vivo probablemente fue un poco más largo), la banda nos bombardeó con una metralleta de temazos. La energía y el carisma que los caracteriza dejaron a todos con ganas de más. Y digo “nos dejaron” porque, incluso casi 25 años después, al volver a ver ese concierto, la sensación de que fue demasiado corto sigue siendo general.

¿Qué más se puede decir de una banda con la trayectoria de Duran Duran? A pesar de no contar con su formación clásica y de salir a tocar a eso de la 1:30 de la madrugada (sí, ¡esa hora!), entregaron un espectáculo de primer nivel.

En entrevistas posteriores, los mismos integrantes recordaron esa presentación no solo por lo tarde que les tocó salir, sino también por una falla en la pirotecnia: algo explotó en un momento que no correspondía. Ya saben, cosas que pasan en Chile… sobre todo el tema del horario, que fue una falta de respeto para la banda y para el público que los esperó pacientemente hasta esa hora.

Por si fuera poco, su show fue cortado para la transmisión televisiva, otra falta de respeto, esta vez para quienes no pudieron estar en la Quinta pero querían disfrutar del cierre.

A pesar de todo eso, lo que queda en el recuerdo es un show vibrante, con clásicos que siguen siendo parte de la banda sonora de nuestras vidas. Duran Duran cerró ese festival con la elegancia y el poder que solo ellos saben entregar, y aunque fue corto, cada minuto valió la pena.

Cuando dos monstruos se encuentran, al más pequeño no le queda otra que agachar la cabeza y meter la cola entre las piernas. Eso fue exactamente lo que pasó con el llamado “monstruo de Viña” (que, seamos honestos, solo lo es con los humoristas) cuando el viernes 24 de febrero de 2012 tuvo que enfrentarse a un verdadero gigante.

Y es que Morrissey, el exvocalista de The Smiths, no es solo un divo: es un gigante de la música. Uno de esos que no necesita nada más que pararse frente al micrófono para comerse todo a su alrededor. No le importaron los premios, los animadores ni nada de lo que suele importar en la Quinta Vergara. Entró, hizo su show y se fue.

Con poco menos de una hora y 20 minutos de presentación, dejó claro que sobre ese escenario no estaba cantando cualquiera. Nos regaló un setlist impecable de 19 canciones, una banda perfectamente sincronizada y ese sonido tan suyo, tan inconfundible. Pero claro, como buen divo, Morrissey no solo dejó música: también dejó un rastro de polémicas.

La prohibición de vender carne dentro de la Quinta, que la animadora no pudiera usar nada de origen animal en su vestido, la cancelación de la competencia folclórica (lo que provocó que todo el jurado se fuera), y la icónica expulsión de Cristián Sánchez del público por –según dicen– “mala aura” o algún gesto que molestó al británico. Todo eso, más la no interrupción de los animadores, que fue algo casi surreal para un Festival de Viña.

Pero si dejamos de lado todo el drama, lo que realmente queda en el recuerdo es su espectáculo. Su música. Esa presencia escénica que está a otro nivel, muy por encima de lo que solemos ver en ese escenario. Morrissey no es solo un músico. Morrissey es Morrissey.

El Festival de Viña 2013 incluyó en su cartel anglo a los Jonas Brothers, Albert Hammond y, por supuesto, a quien marcaría para siempre la historia del evento: Sir Elton John. Y es que el caballero inglés no es cualquier artista; es una de las leyendas más grandes de la música mundial, de esos que comparten la mesa con muy pocos. Probablemente, la estrella más importante que haya pisado el escenario de la Quinta Vergara.

Fueron aproximadamente una hora y veinte minutos de espectáculo en los que solo quedaba sentarse, mirar y escuchar en silencio. Elton John es un maestro como pocos, y verlo tocar el piano junto a una banda de altísimo nivel, con un sonido impecable, fue un verdadero placer. El festival tiene estas cosas: muchas veces lo criticamos por ser más un show de televisión que un evento musical, por traer artistas de moda que, en su mayoría, son del montón… pero de repente nos regala momentos como este. Nos pone en la pantalla —al alcance de cualquiera— a una leyenda viva de la música. Presentaciones que no todo el mundo tiene la posibilidad de disfrutar en vivo, pero que están ahí, en la televisión y en internet, para ser apreciadas una y otra vez. No pasa a menudo, pero cuando sucede, se agradece.

Todo sonó impecable: el piano, la batería, los coros… un espectáculo de primer nivel. Y aunque en este post hemos hablado sobre el momento en que cada artista llega al festival, en este caso eso no importa. Elton John es atemporal. Da igual que no sean los años 70 u 80; como dije y repito, esto es historia pura.

Después de una hora de show y tras interpretar "I’m Still Standing", los animadores irrumpieron en escena para entregar los cuatro premios de una sola vez, en un ritual que bien habría sido preferible reemplazar por una canción más. Pero en este caso, el británico los recibió con su carisma inconfundible y luego cerró la noche con tres temas adicionales.

Sin duda, fuimos testigos de un momento único, irrepetible. Porque sí, créelo: la noche del jueves 28 de febrero de 2013, Sir Elton John estuvo en el Festival de Viña.

El viernes 19 y el sábado 20 de febrero de 1982 (sí, en esos años los artistas internacionales solían presentarse dos noches en el festival), fueron seguramente fechas inolvidables para quienes tuvieron la suerte de ver el show en vivo. Porque, seamos honestos, The Police es, sin duda, la banda de rock más importante que ha pasado por Viña en toda su historia.

El trío liderado por Sting (quien volvería al festival como solista en 2011) en voz y bajo, acompañado por Andy Summers en guitarra y Stewart Copeland en batería (considerado uno de los mejores bateristas de la historia), dejó una huella imborrable en la música. Su influencia en el rock latino de los 80 es innegable, y hasta bandas actuales como Incubus —uno de los platos fuertes de Viña 2025— han rendido homenaje a The Police más de una vez en el escenario (por cierto, les dejo un video donde tocan varios clásicos junto a Summers y Copeland).

Los ingleses llegaron en su mejor momento, con cuatro discos de estudio bajo el brazo y una carrera en ascenso que los llevaría unos años después al Salón de la Fama del Rock and Roll, soltaron éxito tras éxito en la quinta. Quizás en Chile todavía no eran súper conocidos, pero ya eran de las bandas más grandes del mundo. Y vaya que dejaron una impresión: los que pudieron verlos en directo quedaron hipnotizados con su energía y talento, en una época en la que ver a artistas de ese calibre por TV no era tan común.

Pero su paso por Viña no estuvo libre de polémicas. Se llevaron el infame "Premio Limón" por su actitud con la prensa, y su estilo (aros, cabello teñido) causó revuelo en un Chile en dictadura, que todavía no estaba listo para tanto rock. Copeland incluso fue criticado por tocar en shorts y polera, algo que en ese entonces se consideró una falta de respeto para el festival. Un verdadero escándalo para la época, pero una actitud muy rockera para un país tan conservador como el nuestro en esos años.

A pesar de todo, The Police dejó una marca imborrable en la historia del festival. Con 15 temas en su primera noche y 12 en la segunda, demostraron por qué eran una de las mejores bandas del mundo. Sus presentaciones siguen siendo recordadas como algunos de los shows más icónicos de Viña del Mar, y hasta el día de hoy, sigue siendo recordado por los jóvenes que los vieron aquellos años.

En 1990, tras el plebiscito, Chile volvía a la democracia, y el Festival de Viña del Mar de 1991 se convirtió en el primero en este nuevo contexto, después de casi 17 años. Con este cambio llegaron momentos históricos: en la competencia internacional tuvimos una canción compuesta por Silvio Rodríguez, y en el escenario principal, Los Prisioneros —vetados durante la dictadura— finalmente pudieron presentarse. Pero nadie estaba preparado para el show anglo de ese año, probablemente la presentación más polémica y controversial en la historia del festival. Un momento que, con los años, se convirtió en culto: la llegada de Faith No More a Viña del Mar.

Ya de por sí era raro ver bandas de rock en la Quinta Vergara, pero una que se movía entre el metal y el rock pesado era prácticamente impensable. Mike Patton y compañía aterrizaron para revolucionar el festival con una irreverencia que descolocó a un país que aún estaba en plena transición democrática, donde el orden y la autoridad seguían siendo sagrados. Y lo que hicieron sobre el escenario fue algo que nadie esperaba, no solo por su música, sino por su actitud desafiante.

Patton le cantó guturalmente al oído al animador, le dio un beso y hasta un agarrón. Dedicó una canción a Myriam Hernández (la artista más popular de la noche) con la intención de hacerle creer a la prensa que quería algo con ella, todo en modo de burla. Se vistió como escolar de colegio de plata y hasta simuló un acto sexual con un peluche que le lanzó el público. Todo con el único objetivo de ser lo más provocativos posible.

El impacto fue inmediato. A mitad de la presentación, buena parte del público—gente vestida de gala, de los sectores más conservadores—salió espantada de la Quinta. No entendían lo que estaban viendo. La prensa y la organización tampoco supieron cómo reaccionar. Les pusieron nota 1 a su presentación y los diarios titularon "Please No More", demostrando que no tenían idea de la música ni de la magnitud de la banda que acababan de presenciar.

Pero Faith No More dejó una huella imborrable. Con un sonido poderoso y crudo, se pasearon por el escenario con una actitud desafiante que sacudió el festival (y al país entero). Fueron dos noches —especialmente la segunda— de caos y autenticidad. No solo rompieron las normas del festival, sino que también dejaron una conexión profunda con el público chileno, un vínculo que sigue intacto hasta el día de hoy.

Acá también les dejo un segundo video de un mini podcast de 30 minutos de la radio sonar que esta muy bueno, donde Alfredo Lewin nos cuenta como se gesto esta actuación y los momento de Patton sobre el escenario.

Como hemos visto a lo largo de este recorrido, no son muchos los artistas que llegan a Viña cuando están en la cima de su popularidad. Pero en 2006, los escoceses de Franz Ferdinand rompieron esa regla y aterrizaron en nuestro humilde festival siendo, quizás, la banda de rock más importante del momento (o al menos, la que tenía el show más atractivo).

Los intérpretes de Take Me Out pisaron suelo chileno por primera vez en 2006 como teloneros de la legendaria banda irlandesa U2. Pero aunque fueran “solo” los teloneros, llegaban con dos discos bajo el brazo que ya eran clásicos: Franz Ferdinand (2004) y You Could Have It So Much Better (2005), fundamentales en el resurgimiento del rock de los 2000 junto a bandas como Arctic Monkeys y The Strokes.Estos albunes, hasta el día de hoy, siguen siendo sus mejores trabajos, es mas, si hicieran un concierto de grandes éxitos, el setlist no sería muy distinto al que presentaron esa noche en la Quinta Vergara.

Como parte de la movida indie rock, Franz Ferdinand no era una banda masiva entre el público habitual del Festival de Viña (mismo caso de The Police en el 82 y Faith No More en el 91). Pero a diferencia de aquellas épocas, en los 2000 los fanáticos del rock ya tenían más herramientas para descubrir música fuera de los medios tradicionales, como internet. De hecho, hubo una campaña digital para que dieran un concierto en solitario además de su show con U2. Lo que nadie esperaba era que ese show terminara siendo en Viña.

Los escoceses fueron los encargados de abrir la última noche del festival (lunes 27 de febrero), y con sus guitarras afiladas y ritmos bailables, armaron un espectáculo cargado de energía, carisma y una ejecución impecable. Conquistaron al público de inmediato y se llevaron todos los premios. Como pasó con Faith No More, su presencia en la Quinta Vergara creó un lazo con el público chileno que sigue vigente hasta hoy, dejando a toda una generación (me incluyo) alucinando con un show de primer nivel.

Si lo pensamos bien, podríamos decir que Franz Ferdinand fue la última gran banda del momento en pisar el Festival de Viña, y sin duda, una de las apuestas más frescas de los últimos años.